sábado, 20 de febrero de 2010

El espiritu del Coleccionista


INTRODUCCIÓN
Nabonidus, el último calobeo que reinó en Babilonia entre el 555 y el 539 a.C., es conocido por su condición de padre de Belshazzar, a quién la Biblia atribuye haber visto en la pared de su sala de banquetes, una fantasmal inscripción referida a la caída del reinado y a la proximidad de los medos y los persas. Pero su aporte a la historia no surge de la referencia citada, sino por la reconstrucción del antiguo santuario de Ur, posiblemente para ser utilizado como capilla privada por su hija Bel-Shaltri-Nannar, suma sacerdotisa del Dios Luna en Ur.
En tiempos modernos y durante trabajos arqueológicos orientados a su rescate, se exhumó el emplazamiento de una sala contigua a la capilla, que expuso una reunión de objetos que, por su antigüedad y diversidad, no resultaba posible explicar.
Al respecto un testigo presencial, Wolley, expresa, textualmente:
...yaciendo sobre un pavimento de ladrillo sin roturas del siglo VI a.C., los objetos más recientes setecientos años más antiguos que el pavimento y los más antiguos anteriores en quizás dos mil años: todas las pruebas estaban en contra de la hipótesis de que su reunión hubiese podido ser accidental, y el recortado de la estatua presentaba un aspecto curiosamente voluntario. Y entonces encontramos la clave del enigma. Un poco mas lejos, encontramos un curioso objeto de arcilla en forma de tambor en el que figuraban cuatro columnas de inscripciones: las tres primeras de ellas estaban escritas en el antiguo lenguaje de Sumer y el contenido de una de ellas al menos nos era familiar pues lo habíamos encontrado ya en ladrillos de Bur-Sin, rey de Ur hacia el 2220 a. C., y los otros dos eran análogos; la ultima columna estaba escrita en semítico posterior: “Estas son copias de ladrillos hallados en las ruinas de Ur, obra de Bur-Sin, rey de Ur, que fueron encontradas al buscar el plano (del templo) por el gobernador y que yo vi y copie para maravilla de los que las vean.”...
Sencillamente, los estudiosos se encontraban ante un museo creado por Bel-Shalti-Nannar, sobre la base de antigüedades locales y una de esas piezas, de un siglo de antigüedad, había sido conservada como dato de la primera excavación arqueológica realizada en Ur y podríamos agregar, la primera que conocemos.

¿Qué tiene que ver esta cita con el espíritu del coleccionista?, pues simplemente todo. La esencia del coleccionismo, es la preservación de elementos y su proyección física hacia el futuro; es en si misma, un intento, vano desde su nacimiento, de apresar un momento histórico, un instante de la vida humana y conservarlo, “para maravilla de los que lo vean”.

DEFINICIÓN DE COLECCIÓN
Sin lugar a dudas, la mera reunión de piezas por si misma, no constituye una colección, ni la actividad que genera, coleccionismo.
Para ser honestos, todos los coleccionistas, hemos comenzado por el simple acopio de “curiosidades” que atraían nuestra atención; pero el gran paso que separa al “acopiador” del “coleccionista” es dar a esas “curiosidades”, una ubicación dentro de un contexto cronológico, técnico o estilístico. Vale decir obtenerlas por algo más que el mero instinto posesivo.
Todos y cada uno de nosotros poseemos, en un rincón de nuestra colección, aquella pieza que hemos adquirido, cambiado o recibido, que nos hizo cosquillar la sangre y humedecer los ojos de orgullo, que colmó, que satisfizo nuestra ignorancia de principiante, pero que hoy, luego de leer, consultar, charlar, visitar museos y aprender, es el duro recuerdo de un traspié.
En lo personal, nunca quise desprenderme de varias de estas piezas y cuando las acaricio, siento que vuelvo atrás en el tiempo y tomo nuevas fuerzas para aprender más y para hacer todo lo posible para transmitir mis conocimientos a otros.
Pretendiendo ésta, ser una guía para terceros, resulta necesaria una definición más académica y entonces me encuentro obligado a expresar, que una colección es:
La reunión volitiva, racional y ordenada de piezas que, partiendo del conocimiento de su importancia, dentro de un contexto técnico, estilístico o histórico, contemple su preservación y su restauración de ser necesaria y posible.

EL COLECCIONISMO Y LA MUSEOLOGIA
Como quedó indicado en el punto inmediato anterior, al ser el coleccionismo una actividad cultural, los coleccionistas han tenido distintas motivaciones a lo largo de la historia y con ello, una distinta formación como tales.
Los persas se destacaron por reunir ejemplares botánicos y zoológicos, mientras que los mogules de la India se orientaron a libros y objetos de arte. Los pueblos mesopotámicos, por parte, se sintieron inclinados por la arqueología y las técnicas archivistas. En el mundo griego, las colecciones particulares tuvieron singular importancia. Mientras que los asirios, babilonios, romanos en épocas del Imperio y los japoneses, pueden ser calificados de entusiastas coleccionistas, quizás a consecuencia de integrar culturas derivadas o subsidiarias o el ser pueblos dedicados a la conquista.
Como simple mención, merecedora de análisis por quienes dispongan de mayores conocimientos, debe señalarse que en todos los tiempos y cultos, los templos constituyeron centros de acumulación cultural y artística, aún mucho antes que el concepto de museología tomase forma.
Algunos autores consideran, que la actividad museológica constituye el remate del coleccionismo en el ámbito particular, ampliándolo y posibilitando el acceso público.
Así, durante la segunda mitad del siglo XVIII, los “gabinetes de curiosidades”, las “colecciones” y “galerías” privadas, sólo abiertas a ocasionales visitas de intelectuales, eruditos, científicos o amistades del coleccionista, pasan a integrar los patrimonios nacionales con carácter público.
Ese fenómeno, el llevar la cultura de lo privado a lo público, entre sus vastos alcances sociales y culturales, determina la apertura de los grandes museos del mundo. Entre los primeros, encontramos al British Museum de Londres creado en 1753, la Galería de Kassel, abierta al público por Guillermo IV, en 1760, y el Louvre, en 1798.
A partir de allí y a todo lo largo del siglo XIX, se van conformando las más importantes colecciones públicas a nivel mundial, siendo su principal característica, ordenarlas para su visita pública. Surgen: la National Gallery de Londres, el Kunsthistorisches Museum de Viena, la Pinacoteca de Munich, la Galería Nacional de Praga, el Museo del Ermitage de Leningrado, el Museo Uffizi de Florencia, los Museos Vaticanos, el Museo del Prado, el Metropolitan de Nueva York, etc..
Este fenómeno tiene varias explicaciones desde el punto de vista social y científico:
a-La transferencia de bienes en poder de monarquías, que pasan a integrar el patrimonio de nacientes estados nacionales, cuyo punto de partida se produce a partir de 1789, con la Revolución Francesa.

b-Distintos descubrimientos arqueológicos, en Pompeya, Egipto, Mesopotámia y Grecia, que conllevan la acumulación de material de estudio, generando la necesidad de museos destinados a la guarda y clasificación de esos tesoros.
c-El romanticismo, que trae consigo la evocación de culturas anteriores y la incorporación de arte medieval a museos y colecciones privadas.
d-El interés por las llamadas “causas nacionales”, empuja al pensamiento científico hacia el análisis de la historia local y su conocimiento a través de los monumentos y el arte.
e-El colonialismo y su influencia en Asia, África y Australia, impulsaron el interés por la antropología de pueblos no europeos y el estudio de sus culturas.
f- La teoría del evolucionismo y de las especies, formulada por Darwin, lleva a la catalogación, la ordenación en géneros y especies y de las técnicas aplicadas a las artes.


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